Al hacer una revisión de la historia del café en Costa Rica durante el siglo XIX y principios del XX, la historiadora Patricia Vega Fernández (2006) resalta el papel que jugaron las pulperías como sitios de comercio, encuentro comunitario y popularización de la bebida de café, la que en principio constituía una bebida exclusiva de la élite. La pulpería sobresale más que una tienda pequeña de venta de abarrotes y otros productos básicos, sino que se convierte en un lugar de gran importancia en la vida comunitaria, puesto que era punto de reunión y comunicación estratégico en los poblados, donde las personas se congregaban no sólo para realizar sus compras, sino también para la socialización e intercambio.
Dada las condiciones de distancia o dificultad para el acceso a los centros urbanos, las pulperías dotaban de productos alimenticios básicos, y además muchos diversificaban su negocio con la oferta de telas y productos de pasamanería, herramientas de trabajo, utensilios de cocina y otros enseres. Los negocios más grandes también se dividían en pulpería, tienda y cantina o soda, donde ofrecían bebidas alcohólicas, refrescos, café, repostería y otros productos para consumo en el lugar, y por las noches era sitio de encuentro, cantina y fonda.
De acuerdo con Vega (2006), a finales del siglo XIX y principios del XX, las pulperías estaban distribuidas en todo el territorio poblado del país, por lo que eran los establecimientos comerciales más numerosos. Constituía un sitio de encuentro popular, donde a pesar de las incomodidades del sitio para reunirse, era muy común que las personas se sentaran entre los sacos de mercadería, el suelo o en una banca dentro o fuera del lugar para la tertulia.
Como parte de los productos vendidos en la pulpería estaban el café tostado procesado artesanalmente en el ámbito local, lo cual facilitaba a las familias productoras vender su café. La bebida se ofrecía junto a otras comunes en la época, como el aguadulce y el chocolate a un precio accesible. También se vendía el café preparado, de tal forma que poco a poco esta bebida se propagó a nivel popular. Como productos acompañantes estaban los denominados «tosteles», que eran productos de repostería, como quequitos o pequeños bocadillos de pasta hojaldrada, mismos que también eran consumidos con bebidas embotelladas, como la zarza o el fresco de sirope.
Referencias:
Vega P. (2006). Con sabor a tertulia. Historia del consumo de café en Costa Rica (1840-1940). Editorial UCR.
*Nota elaborada por Patricia Sedó Masís, 15 de febrero 2023. Docente de la Escuela de Nutrición UCR.