Pocas son las flores que en la actualidad forman parte de la dieta del costarricense, aunque antiguamente era común la preparación de diversos platillos a base de inflorescencias, entre las que figuran las de la planta de ayote, de los árboles de madero negro, cuchillitos o flores de poró y la chira.
Una de las más conocidas y consumidas desde épocas antiguas es la flor de itabo, producto que por excelencia forma parte de diversas preparaciones para la Semana Santa. Con esta flor se elaboran guisos y picadillos, aunque en ciertos pueblos, principalmente en Alajuela, se preparan dulces recetas tomando como ingrediente principal los pétalos de esta blanca y delicada flor.
Su nombre científico es Yucca guatemalensis. Es una planta nativa de Mesoamérica que pertenece a la familia Agavaceae. También conocida como espadillo e izote, el itabo crece fácilmente en bosques secos con elevaciones hasta de 1000 metros sobre el nivel del mar. Es un arbusto de tronco leñoso que puede alcanzar los diez metros de altura, con una corteza áspera y gruesa, donde solo crecen tallos ramificados y simples hacia arriba con hojas firmes y puntiagudas. Esta cualidad hace que se utilice como cerca viva para la delimitación de terrenos, razón por la cual es fácil encontrar el itabo a la orilla de caminos y entre cafetales, así como en lugares con riesgo a derrumbes, dado que sus raíces contribuyen a “amarrar” o brindar mayor estabilidad al terreno.
De las hojas se obtienen fibras flexibles con las cuales se pueden elaborar textiles y cuerdas, lo cual evidencia la creatividad de las personas para sacar máximo provecho a la siembra de itabo en sus solares y fincas.
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Flores de Itabo. Fotografía de acceso libre, repositorio Pixabay.
La floración del itabo ocurre con la llegada de las primeras lluvias, entre los meses de abril y mayo, pero puede encontrarse itabos florecidos hasta en junio. Generalmente las flores se obtienen por recolección; también se adquieren en ferias del agricultor, mercados y verdulerías locales. No es un producto de venta masiva en supermercados.
En cuanto a su valor nutricional, la flor de itabo es una rica fuente de fibra; contiene pequeñas cantidades de minerales y vitaminas, entre los que sobresalen la vitamina C, tiamina, calcio, hierro magnesio y fósforo. Por la intensidad en el sabor amargo, es de esperar que esta flor también contenga flavonoides con alto poder antioxidante, lo cual es beneficioso para la salud.
Para la elaboración de los platillos a base de flor de itabo no se requieren muchos ingredientes. Basta con disponer de flores frescas con pétalos firmes, con la finalidad de obtener un buen resultado en la preparación final. Si se desea eliminar el sabor amargo se pueden remover los botones, así como los centros de la flor; es por ello que comúnmente sólo se utilizan los pétalos en las recetas. Para reducir el sabor amargo, existe la práctica antigua de hervir ligeramente la flor antes de elaborar el platillo; sin embargo, este procedimiento afecta negativamente el valor nutritivo de la preparación, dado que disminuye el contenido de vitaminas.
Existen varios platillos a base de esta flor, tanto en Guanacaste (conocida como daguillo) y en el Valle Central (en algunas zonas se nombra la flor como pichón). Las formas de preparación de los guisos no varía mucho entre las zonas, siendo el huevo o la papa los ingredientes principales, así como el uso de cebolla, chile dulce, culantro y sal para sazonar.
En el caso de Alajuela, específicamente en Zarcero y Atenas, se registran preparaciones dulces, tales como cajetas, elaboradas con pétalos de la flor, leche y canela. Además, en los últimos tiempos, han surgido nuevas preparaciones con esta flor, tales como ensaladas o pasteles, con una combinación muy diversa de ingredientes, así como rellenos de tamales. Con los botones amargos se elaboran encurtidos.
De manera curiosa, es común que en época de Semana Santa, principalmente en zonas rurales, las personas donen flores de itabo al “Huerto”, mismo que se instala en la cercanía del templo parroquial entre el Martes y Jueves Santo. Como elemento decorativo y comestible, la blanca y hermosa flor resalta en el Huerto, invitando a los colaboradores a adquirirla, y hacer su donativo a la parroquia.
Observar una flor de itabo a la distancia es fácil, puesto que su blancura resalta en medio del monte. Para las personas que la conocen y gustan comerla es una gran alegría poder ir a recolectarla; mientras que para las personas que desconocen su valor comestible, sólo logran admirar la belleza del paisaje.
Bibliografía consultada
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