Con el fin de hacer un llamado de atención a la comunidad planetaria ante el grave problema de la alta pérdida y desperdicio de alimentos, la Organización de Naciones Unidas estableció el 29 de setiembre como el Día Internacional para la Concientización sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos, e invita a que las personas reflexionen y actúen a favor de aprovechar al máximo los recursos alimentarios disponibles.
Para el año 2023 el lema seleccionado es «Reducir la pérdida y el desperdicio alimentario: actuar para transformar los sistemas alimentarios«.
Pelado de frutas. Imagen de acceso libre, Pixabay.com
Es un momento propicio para reflexionar sobre las prácticas que a lo largo de toda la cadena alimentaria deberían realizarse para optimizar los recursos alimentarios disponibles, en un contexto donde existe una seria problemática de inseguridad alimentaria y nutricional asociada con pobreza, afectaciones ambientales y pobre educación nutricional, entre otros factores, que inciden en los sistemas alimentarios y las capacidades de los países para enfrentar el problema de pérdida y desperdicio, principalmente de frutas y hortalizas.
Reflexionar sobre este tema nos brinda la oportunidad para hacer un alto en el camino con el fin de modificar las prácticas inadecuadas seguidas en el hogar, lo cual si suma con las que puedan realizarse por muchas otras personas, y a diferentes niveles, puede impactar de manera positiva los sistemas alimentarios.
Se hace un llamado a los Estados para fortalecer las políticas públicas, así como a los sectores público y privado en el establecimiento de prioridades para reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos, avanzar con paso firme en pro de lograr sistemas alimentarios más sostenibles y saludables.
Las medidas para la reducción en la pérdida y el desperdicio de alimentos tiene un impacto directo en la economía famiiar, nacional y mundial. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción, incluyendo el recurso hídrico, el impacto en suelos, energía, mano de obra y capital invertidos se desaprovechan. Este impacto económico tiene repercusiones en las formas en que las personas logran atender sus necesidades alimentarias. Un incorrecto manejo de los recursos alimentarios, hace que los costos en general se eleven para compensar las pérdidas, lo cual se refleja en los precios finales que debe pagar los consumidores.
Otro aspecto preocupante relacionado con la pérdida y el desperdicio de alimentos orgánicos es que, en la mayoría de los casos, se tiene un mal manejo de los residuos, y al botarse en vertederos o ríos, se genera una alta contaminación, con emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático.
La pérdida y el desperdicio de alimentos también tiene un efecto en el valor nutricional de la dieta. Lo anterior debido a que muchas veces se eliminan partes comestibles de un producto que tiene un alto contenido nutricional, como es el caso de las semillas del ayote, caracterizadas por su rico contenido en minerales y ácidos grasos esenciales.
Contribuir en la disminución de la pérdida y el desperdicio debe ser un compromiso de todos, puesto que afecta a toda la población.
*Nota elaborada por M.Sc. Patricia Sedó Masís, proyecto EC-436 Escuela de Nutrición UCR, 27 de setiembre 2023.