Cada poblado en Costa Rica se caracteriza por la riqueza de sus comidas y bebidas. En el caso del puerto de Puntarenas, el llamado «churchill» es uno de los productos que desde hace más de 80 años refresca el paladar de los visitantes en el Paseo de los Turistas, y que luego se extendió al resto del territorio nacional. La combinación de sirope rojo aromatizado con vainilla, leche en polvo y leche condensada no pueden faltar para acompañar hielo raspado, hacer un helado y hasta queques con un lustre a sabor de esta mezcla particular, y ese sabor popularmente se le etiqueta como «churchill«.
Fotografía de un Churchill en el Paseo de los Turistas, Puntarenas. Publicación de https://puromotor.com/industria/convencion-internacional-de-motociclismo-traera-beneficio-economico-para-puntarenas/ febrero 2023.
De acuerdo con registros históricos, antiguamente existían unos bancos de arena que con el viento y las olas del mar se fueron acumulando hasta formar una gran lengüeta que se adentró al mar. Estos bancos de arena probablemente se formaron por el sedimento arrastrado por los ríos Barranca, Aranjuez, Naranjo y Ciruelitas que se fueron compactando hasta convertirse en terreno firme (Meléndez, 1977 citado por Cordero, 1999).
La lengüeta o punta de arena tiene una extensión aproximada de 1.842 km², y está unida al resto del territorio nacional por un estero, que separa el golfo de Nicoya del estuario y humedal de Puntarenas. El estero de Puntarenas tiene una extensión de 2.500 hectáreas, y está considerado como uno de los más importantes en su clase en el Pacífico Central de Centroamérica. En este estrecho estero habitan especies tales como algas, moluscos y crustáceos, peces, reptiles, cocodrilos, caimanes, tortugas y algunos mamíferos. La variedad en fauna comestible en el manglar y estero contribuyó desde épocas antiguas a que la dieta de los habitantes de esta región se caracterizara por su diversidad alimentaria.
El nombre Puntarenas comienza a aparecer en algunos archivos históricos del país a partir del siglo XVII, donde se identifica la lengüeta de tierra como “Puerto de Arenas”, el cual con el paso del tiempo cambió a Puntarenas. La mención más antigua de esta zona se tiene registrada en el año 1720, donde se menciona la llegada del pirata John Clipperton a la “Punta de Arena” en el Golfo de Nicoya.
El puerto de Puntarenas empieza a tener importancia a partir del año 1765. Miguel de Unanué fue el primero en utilizar Puntarenas como puerto de embarque y desembarque, quien era el propietario de la Hacienda El Palmar. El puerto fue habilitado por la Orden Real en 1814, aunque desde antes ya se utilizaba como tal. Hasta esa fecha, el lugar estaba poco poblado pero, una vez que se convirtió en Puerto Mayor, poco a poco comenzó a
poblarse, principalmente por población criolla. Con el mayor auge de la actividad portuaria llegaron forasteros procedentes de Nicaragua y Panamá.
El presidente Juan Rafael Mora Porras fue quien otorgó el título de ciudad de Puntarenas, el 17 de setiembre de 1858. Esta nominación respondió también a una forma de expresar el agradecimiento al pueblo que habitaba en Puntarenas por el apoyo brindado a las tropas durante la Campaña
Nacional, en 1856. La construcción del burrocarril entre Barranca y Esparza, y del ferrocarril entre San José y el puerto en el siglo XIX, propició un mayor desarrollo en la región.
La construcción del ferrocarril eléctrico tuvo su impacto en el desarrollo urbanístico, dado que los caseríos comenzaron a proliferar cerca de las estaciones del tren y a lo largo de línea férrea. Además, se propició un mayor auge al turismo. Existía gran afluencia de turismo nacional hacia el puerto desde épocas antiguas, el cual se incrementó con la construcción del ferrocarril, puesto que hizo más accesible la llegada de turistas del interior, lo que fomentó un desarrollo económico en la región y la construcción de lugares para brindar diversos servicios al turista, tales como hospedaje, alimentación y baños.
De igual forma, proliferaron lugares cercanos a la playa, en la modalidad de kioscos o ventas ambulantes para la comercialización de alimentos frente a la playa. Así surge el llamado «Paseo de los Turistas, conocido inicialmente como el Paseo de León Cortés. El mismo fue construido en 1930. El objetivo era contar con una zona a lo largo de la playa para facilitar el tránsito de los turistas que buscaban un lugar de esparcimiento y disfrute del paisaje marítimo. Las personas transitaban desde la estación principal de tren hasta la punta, en Barrio El Carmen. A lo largo del trayecto se ubicaban los kioscos de comidas y ventas de cajetas, frutas y artesanías.
Se presentó un incremento de kioscos para la venta de comidas y bebidas en el Paseo de los Turistas, así como una diversificación de la
oferta gastronómica frente a la playa puntarenense. Surgió la oportunidad de vender bebidas y otros productos de consumo rápido, además del alquiler de baños y duchas. Así, se popularizó la venta de vigorón, probablemente por influencia de migrantes nicaragüenses, ensaladas de frutas, helados de sorbetera con gelatina, granizados y una gran variedad de frescos naturales.
Con el desarrollo de la industria alimentaria y la mayor importación de productos procesados, se amplió la oferta gastronómica con refrescos gaseosos, helados elaborados industrialmente, así como el uso de leches en polvo y enlatadas para los granizados. De igual forma, se incrementó el
consumo de cerveza. Los granizados o copos eran conocidos en otras partes del país, y generalmente se vendían en pequeños conos de papel; sin
embargo, en Puntarenas la costumbre era ofrecer un producto más grande servido en copas o vasos de vidrio transparente que atraía la atención del consumidor por la combinación de colores del sirope, las frutas picadas, la cremosidad del helado y las leches entre las capas de hielo.
El churchill no sólo era apetecido por su atractiva presentación, sino para saciar la sed y refrescar al consumidor en los días soleados de playa. El hielo raspado se bañaba con sirope rojo aromatizado con esencia de vainilla, y se inició la costumbre de agregarle helado de vainilla, leche condensada, leche en polvo y frutas en almíbar enlatadas.
La accesibilidad a este tipo de ingredientes importados se facilitaba en Puntarenas debido a que eran productos que llegaban al país por barco al puerto. De igual forma, eran accesibles otros tipos de enlatados, bebidas fermentadas, aceites y especias. De esta forma, las personas frecuentaban los kioscos del Paseo de los Turistas tenían en su mente siempre degustar de los famosos granizados.
Cuenta la leyenda popular que un extranjero que frecuentaba uno de los kioscos porteños, siempre pedía que se le preparara un granizado en copa de vidrio con capas alternadas de hielo, helado, leche condensada y leche en polvo, bañado con sirope rojo. Por su apariencia física, los vendedores y clientes del kiosco compararon a esa persona con el político inglés Winston Churchill, y cada vez que querían comprar un granizado especial, indicaban que querían uno igual al que comía don Churchill. De esta forma, el granizado especial en el Paseo de los Turistas empezó a identificarse como “Churchill” y representa uno de los productos típicos del puerto puntarenense.
El producto ha permanecido en el menú de los kioscos, y es uno de los más vendidos en Puntarenas. Se han presentado algunas variantes en la presentación o productos utilizados; sin embargo conserva la esencia de ese enorme granizado, servido en una copa de vidrio, con atractivos colores, y la sensación refrescante de desgustarlo frente al mar brinda elementos insustituibles para afirmar que el churchill es un producto de obligado consumo cuando se visita Puntarenas.
Fuentes bibliográficas
Chen, Susan (2012). Elementos históricos del desarrollo turístico en Puntarenas. Rev. Diálogos. Octubre. p.121-150.
Cordero, José. (1999). Hodronimia de la provincia de Puntarenas. Tesis para optar por la Licenciatura en Filología Española. Universidad de Costa Rica.
Ross, Marjorie (2007). Entre el comal y la olla. Fundamentos de la cocina costarricense. San José: Editorial UNED.
____Yo me acuerdo…los viejos paseos en tren a Puntarenas. En: La Nación, 22 de enero 2006.
*Nota elaborada por M.Sc. Patricia Sedó Masís, Proyecto EC-436 Escuela de Nutrición UCR, 7 de octubre 2023.