La historia del desarrollo del modelo agroexportador y los cambios en las dinámicas productivas y socioculturales vinculadas con la actividad cafetalera en Costa Rica, entre 1840 y 1940 es el tema de investigación de la historiadora Patricia Vega Jiménez, por lo que recomendamos la lectura de su libro «Con sabor a tertulia. Historia del consumo del café en Costa Rica (1840-1940)» donde encontrará mayor información sobre la historia del grano de oro.
El consumo de café, promovido inicialmente como una práctica exclusiva para la élite, emulando la vida europea, poco a poco comenzó a posicionarse en las personas sin distinción social, hasta establecerse como un hábito. Lo anterior, debido al mayor acceso del producto procesado artesanalmente en las casas por parte de las familias campesinas, y la proliferación de tostadoras y pulperías que distribuían café en los barrios y mercados.
De acuerdo con Vega, la primera mención de la existencia de locales comerciales denominados “Cafés” se registra en 1852 en las notas del viajero irlandés Thomas Francis Meagher, quien al visitar San José en Semana Santa, hace mención de establecimientos tales como fondas, restaurantes en hoteles y cafés, que por cierto, encontró cerrados por la época.
Posteriormente, otros viajeros extranjeros hacen mención de estos espacios en donde, además de encontrar un buen café, era posible la reunión y diversión; sin embargo, fue hasta el siglo XX cuando proliferan los mencionados “Cafés” o Cafeterías caracterizados por ser locales dedicados a la venta de café y otras bebidas que, a diferencia de los establecimientos europeos, muestran un ambiente y menú adaptado a las costumbres locales, con la venta de café en jarro de lata o vaso acompañado de pan, repostería criolla, tamales y otros productos a base de maíz o con trigo. El consumo podía hacerse en un ambiente exclusivo y fino, así como en locales más populares frecuentados por trabajadores o transeúntes que buscaban un lugar de paso o reunión para tomarse un café y disfrutar de una buena tertulia.
Entre los locales de antaño sobresale el llamado “La Eureka”, fundado en 1912 por Jaime Esquivel Sáenz. Este negocio estaba ubicado en la Avenida Central de San José, en un lugar estratégico donde pasaba el tranvía y había gran circulación de peatones. El mismo se convirtió en un punto de referencia capitalino que ofrecía un buen café y se mantenía abierto las 24 horas del día. Su principal atracción era el característico aroma del café recién chorreado que las personas percibían a la distancia.
En 1912 también se funda el Café Chelles por Joaquín Chase, ubicado en Avenida Central. Este negocio era ampliamente visitado y famoso por el buen café y fina atención; asimismo, el negocio llamado “La Esmeralda”, fundado en 1913 por Jesús Cubero Vargas, estaba ubicado frente al costado norte del parque central de San José, donde las personas podían disfrutar de buen café, y por las noches se convertía en punto de reunión de grupos musicales que interpretaban buena música, a la espera de que fueran contratados para una serenata.
Fotografía antigua del costado norte del Parque Central en San José donde se visualiza el rótulo del negocio «La Esmeralda», 1920. Publicado en redes sociales por Costa Rica y sus raíces, julio 2020.
Referencias:
Vega P. (2006). Con sabor a tertulia. Historia del consumo de café en Costa Rica (1840-1940). San José: Editorial UCR.
*Nota elaborada por Patricia Sedó Masís, 9 de febrero 2023. Docente de la Escuela de Nutrición UCR.