En el contexto de la celebración del Día Mundial del Reciclaje, el cual se celebra el 17 de mayo, se nos hace un llamado para actuar de forma responsable en la protección del planeta y el seguimiento de prácticas sostenibles en la compra y preparación de alimentos y clasificación de residuos, buscando siempre un máximo aprovechamiento de los recursos alimentarios, la reducción de la pérdida, evitar el desperdicio y hacer una buena gestión de los residuos.
Al enfocarnos en el mundo doméstico, específicamente en nuestra cocina, la misma es considerada como un lugar donde almacenamos, conservamos y preparamos comida, y por ende, un espacio donde es necesaria una buena gestión de los residuos. Y es que pensar en la realización de compras con prácticas responsables, nos lleva a revalorizar lo considerado como comestible y cómo sacarle mayor provecho a los recursos disponibles, y también cómo evitar el desperdicio y la producción de «basura». Todo ello tiene una relación directa con la nutrición familiar, el ahorro y la protección del ambiente.
El seguimiento de buenas prácticas en el manejo de alimentos y su preparación se ve reflejado en la disminución de desechos orgánicos. Una correcta separación de desechos puede contribuir en la reutilización de empaques de vidrio, plástico e inclusive cartón para diferentes usos en la cocina. Los empaques sin uso pueden reutilizarse para la siembra de plantas aromáticas y otros productos comestibles, que a su vez podrían ser sembrados en tierra abonada con el compostaje a partir de los desechos orgánicos producidos en la cocina.
La creatividad puesta en el uso de sobrantes para la creación de nuevos platillos puede disminuir los residuos y el desperdicio de alimentos, y así brindar mayor variedad a la alimentación. El desperdicio está vinculado a prácticas inadecuadas respecto a la planificación de alimentos. Comprar más de lo que se necesita, aún disponiendose de recursos suficientes para darse el lujo de «botar» la comida, es reflejo de una actitud irresponsable respecto a la economía familiar y la indiferencia hacia personas que no teniendo los recursos necesarios, padecen hambre. Ello supone mayor sensibilidad social, y un manejo responsable de los recursos disponibles, de tal forma que si se manejan con cuidado, pueden ser donados a bancos de alimentos para su distribución a personas de escasos recursos.
En fin, hay muchas opciones para lograr que desde los hogares se disminuyan los residuos y el desperdicio, y se promueva un manejo responsable de los desechos, lo cual tiene un efecto positivo en el ambiente. Es relevante fomentar buenas prácticas en todos los miembros de la familia, lo cual supone fortalecer la educación y generar espacios para compartir y actuar de manera colectiva en la gestión integral de residuos, la protección del ambiente y la sostenibilidad.
*Nota elaborada por M.Sc. Patricia Sedó Masís. Docente de la Escuela de Nutrición UCR. 6 de marzo 2023.